martes, 22 de enero de 2008

La espera

Otra de las tareas habituales de las familias campesinas en este país es la de esperar, ¿esperar qué? De nuevo… las remesas.
La gente se aglomera casi a diario en las puertas de los bancos locales para poder sacar las remesas enviadas en su gran mayoría desde los Estados Unidos. Desde bien temprano comienzan las filas, de madres con sus bebés, de señores, mayores muchos, que normalmente viajan desde las comunidades para recoger el ingreso mensual que envía un hijo, un esposo, una esposa, desde el extranjero. Y ahí la pasan, casi todo el día, pues la gestión es del todo lenta... así que si tienen algo que hacer, definitivamente no es el problema de los bancos.

Es duro ver la cantidad de gente que vive con esa dependencia, y más duro escuchar los otros tantos interesados en hacer la escapada, a lo que ellos creen que siempre será mejor.
Si todos los jóvenes de Nacaome que ya han comentado las intenciones de salir de acá realmente se marcharan, esto se convertiría en un gran problema para la región, pues aunque para muchos, incluso para los índices de desarrollo analizados, la entrada de remesas solo se evalúa en su positiva perspectiva (entrada de fondos), hay que entender que el ser capaz de retener y dar espacio a la juventud hondureña es lo que realmente podría dar una salida para su futuro.


Y bien, si de esperas hablamos, el pasado mes de diciembre se hizo entrega a través de la institución pública Banadesa, unos bonos a las familias más necesitadas de las comunidades de la región Valle.

Toda la donación, procedente del estado como compromiso de apoyo a la reducción de la pobreza, se realiza en cada cabecera departamental, por lo que todos los beneficiarios tuvieron que acudir a Nacaome.


Las filas duraron días, desde la madrugada y hasta entrada la noche en la que la gente que no había podido recibir los bonos se quedaba hasta el día siguiente, pues el coste del transporte privado (solo hay dos buses diarios a las comunidades) era demasiado caro, por lo que si quiera les valdría la pena el bono. Y así me tocó ver durante toda una larga semana a montones de personas esperando a que se abriera un portón y les nombraran para recoger su ayuda. Una ayuda de a penas 1.000 lempiras, el equivalente a 40 euros, que tampoco es que les solucione mucho, pues esta ayuda llega solo 2 veces al año. Así que reducir la pobreza exactamente no creo que lo hagan con 80 euros al año.

Y sí, como siempre, los más pobres los más dolidos, pues resulta que siempre hay pillos más inteligentes, que justo aprovechan estas entregas de bonos para asaltar en los caminos a la gente mientras regresa con su pequeño ahorro en la bolsa. Los dejan sin nada, con el peso del par de días de espera a cuestas y la mala pata de saber que no podrán pagar los insumos del campo en estos próximos meses.

2 comentarios:

confituraDparaules dijo...

Gràcies per ensenyar-nos la realitat. Un abraç.

elena dijo...

Hola, soc una xica que va vore la teua exposicio en tarongers l´hivern pasat, que te vax comentar que era de alcudia i tal i xarrarem un poc. hem digeres que ja habies anat un estiu a sudamerica i hem donares una pagina web de la ong, perfa necesite que me la diges perque le perdut i m´interesa molt.
enviamela asi xfa
morethannever@hotmail.com