jueves, 15 de noviembre de 2007

Instinto

Hay momentos especiales que solo se pueden vivir cuando llegan por casualidad... ayer tuve a suerte de presenciar, y en el último preciso momento de la temporada, algo que tenía muchas ganas de conocer desde hace tiempo:
ver la suelta de tortugas marinas recién nacidas al mar.
Fue algo precioso.

Ya hace dos años en El Salvador pude conocer junto con mi mami el proceso anterior: cuando las tortugas marinas adultas llegan a la playa a “desovar”, dejar sus huevos enterrados en la arena. Fue algo impresionante, muy especial, sentir como una gran tortugota llega nadando del mar, alcalza la arena de madrugada y busca el rincón perfecto para dejar a las que serán sus crías. El acompañamiento que haces, en el que las tortugas no pueden sentir tu presencia mientras realizan su tarea, pues desistirían y regresarían al mar, es entre misterioso y expectante, pues sigues todo el proceso desde la retaguardia, dejando que la tortuga siga su ritual, avance a su ritmo y encuentre su escondite.
Después, engañosamente se captan los huevos que ella va depositando en un agujero que previamente ha hecho con sus aletas, con total convicción de que ahí quedará preservado su secreto. Mientras, una mano los captura desde el fondo, sintiendo como van cayendo uno por uno. Es increíble sentir la textura tan suave y fina de los huevos, como una membrana y no tanto un cascarón, el calor que todavía conservan y la sensación de que hay algo vivo en su interior… no se puede explicar.
Después la tortuga, acabada su tarea, regresa al mar, allá la puedes acompañar, acariciar, felicitar por haber cumplido su cometido y el instinto la regresa al fondo marino del que no regresará hasta pasado un año, cuando de nuevo regresará a dejar a sus crías en la misma playa, muy probablemente la misma que la vió nacer.
Así que ayer tuve la suerte de ver el resto del proceso, y cerrar así el círculo.
Tras 45 días de gestación los huevos eclosionan enterrados en arena, solo que en la arena de un pequeño vivero donde los mediambientalistas, en este caso de CODDEFFAGOLF (Comité para la Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca), trasladan los huevos rescatados con el fin de protegerlos de mamíferos y aves depredadoras, para así evitar la extinción de algunas de estas especies. Cabe tener en cuenta lo cotizados que son estos huevos, pues huevos de tortuga es un plato bien selecto.
Ellos trabajan por la protección de estas tortugas que por desgracia se están perdiendo en las costas del Pacífico.
Las tortugas recién nacidas, después de dos días de entrenamiento de natación dentro de una pequeña balsa, son acompañadas al mar, para que descubran el que será su espacio de vida a partir de ahora. Es precioso ver como se quedan quietas tras los primeros golpes de las olas... como comienzan a mover sus aletas, como tantean ese espacio, el agua salada del mar, sintiendo poco a poco la sensación de nadar sobre aguas en movimiento y aprendiendo a una vez a dejarse llevar por las olas, y controlar los impulsos del agua.
¡Qué instinto tan fuerte y tan increíble!

¡Buen viaje!

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Amapalinda!
A ver cuando hacemos una excursión contigo a ver las tortuguitas!

optimus dijo...

las minimas creaciones de la vida, son las maximas enseñanzas a nuestra existencia...